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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

“El que ha venido, el que está viniendo"

Jesucristo es “el que ha venido”, pero también es “el que está viniendo”. Ambos aspectos ni se contraponen ni se anulan, antes bien, en su eterna dialéctica, se complementan, caminando al unísono hacia la “plenitud” (Ef. 1,23).

¿Qué aspectos del Cristo eterno deberemos marcar ahora, para que los hombres de hoy y de mañana encuentren respuestas a sus preguntas y sentido a sus vidas? Es evidente que ciertos títulos como Cordero de Dios, Mesías, hijo de David…, no le dicen nada al hombre de hoy. ¿Qué rumbos lleva el oscuro corcel de la humanidad y hasta qué abismos galopa?, ¿Cuáles son los síntomas de nuestra cultura actual y los que se vislumbran de la de mañana, para, de acuerdo con ellos, presentarle un Cristo adecuado y convincente?

La cuestión es solo una: torcer el rumbo, dar (a las energías) una vuelta completa, una verdadera revolución, la revolución del amor, que necesariamente tendría que recorrer el camino del martirio y la desintegración del yo.

El Amor, que es Dios, pasa sustantivamente por la personalidad de un hombre llamado Jesús, Dios-con-nosotros, y este hombre fue, ante todo, un pobre, totalmente despreocupado de sí mismo para preocuparse sólo de los demás. Se entregó a sí mismo para dar aliento y esperanza a los demás. En una sociedad clasista, tomó partido por los marginados; y, en una sociedad puritana, por los que estaban fuera de la ley.

Esta es la respuesta para hoy y mañana.

En la vorágine del egoísmo desolador, en el camino que va del placer a la muerte, amenazados como estamos de un naufragio de valores…, Cristo se levanta, en medio del polvo y de las ruinas, como columna de luz y como Respuesta como Aquél solo capaz de consolidar e integrar los huesos desarticulados.

El es el único que puede resquebrajar, por medio de la revolución del amor, el viejo orden, esa torre amasada, amalgamada y coronada por las incontables hijas del egoísmo. Más todavía:  esa revolución del amor no solo puede levantar e impulsar un mundo nuevo por trayectorias optimistas, sino que –y esto es lo más importante- Cristo es el único que puede descender hasta los abismos de nuestros miedos y, como por arte de magia, encantar nuestro “horror al vacío”

Jesucristo, ¡He ahí la solución, ayer, hoy y mañana!

Extractado del libro “El Pobre de Nazareth” de Fr. Ignacio Larrañaga