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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

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la alegría y el encanto de la vida.

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EXPERIMENTA EL AMOR DE DIOS

Amistad y comunión

Querido amigo, para llegar al trato de amistad y comunión con Dios hay que llevarlo a cabo, en el silencio y en la soledad. El trato con Dios es algo personal e intransferible; es decir, nadie lo puede hacer por ti. Tampoco consiste en un trato intelectual sino vivencial, pues siempre ha de ser conscientemente; ya que Él está siempre presente, en el momento que lo invocas.

A veces queremos hacer mucho para Dios y nos saltamos lo más esencial: Para derramarse hacia los demás, es necesario primero, llenarse. No puede ser fecunda nuestra vida, sin que Dios nos capacite.

La fecundidad es diferente de la productividad.

Te invito en este momento, a entrar en el recogimiento profundo. Visualiza a María orando, recogida, silenciada, algo que debió de ser habitual en ella y que nos lo da a entender el texto del Evangelio de Lucas, cuando el ángel Gabriel entrando en ella, le hizo saber las sublimes noticias de parte de Dios. Ese entrar en ella, nos indica que estaba profundamente abismada en Dios.

Teniendo presente este modelo en María, te invito, en este momento, a vaciar tu mente de pensamientos y preocupaciones… Suelta todo lo que hay en tu mente y los problemas y ansiedades que oprimen tu corazón… Silencio en la mente y serenidad en tu corazón… Tómate un poco de tiempo para conseguir, en lo posible, este estado de paz y calma…

Ahora ya es buen momento de confiar y abandonar tu voluntad y tu entendimiento en Dios. No tienes necesidad de dar explicaciones, porque Él te conoce mejor que tú mismo. Sólo confía plenamente y siéntete mirado amorosamente en su presencia.  Haz silencio y presencia….  Observa cómo en todo tu ser reina paz, sosiego, serenidad… Fruto del amor con que Dios te mira.  Aunque seas un gran pecador y una persona indigna y débil…. Dios siempre mira así.

Reza lentamente y haz tuya la siguiente oración. Haz algunas pausas y repite varias veces las frases que más sientes que te interpelan:

Día tras día, Señor de mi vida, quede delante de Ti, cara a cara.

De manos juntas, quedaré delante de Ti, Señor de todos los mundos, cara a cara.

De este mundo que es tuyo, en medio de las fatigas, del tumulto, de las luchas, de la multitud agitada, he de mantenerme delante de Ti, cara a cara.

Y cuando mi tarea en este mundo estuviere acabada, oh Rey de Reyes, solo y en silencio, permaneceré delante de Ti, cara a cara. Amen.

Oración E-65 “Cara a Cara”

 

Ahora trata de experimentar ante Dios, un sentimiento de humildad y de pequeñez… observa la necesidad que tienes de Él, para poder llegar a avanzar en plenitud como un hijo amado, pues verdaderamente lo eres. Tú eres un proyecto de vida que va a ir desarrollándose en Él y desde Él.

El salmo 131(130) expresa muy bien toda esta pequeñez espiritual que te acabo de decir. Haz la lectura rezada. Son sólo tres versículos. Detente y saborea cada uno de ellos. Hazlos tuyos. Rézalos en el espíritu de María, pues ella muchas veces oraría con este mismo Salmo:

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros.

No sigo caminos de grandezas ni de prodigios que me superan.

Sino que mantengo mi alma en paz y silencio, como el niño en los brazos de su madre.  Esperaré siempre en el Señor ahora y por siempre.

  Querido amigo, en estos momentos en los que te sientes como un hijo pequeño en los brazos del Padre, abismado en Dios; sabiendo que Él te ama, haz de comprender que ese refugio amoroso, no es desinterés por los que te rodean; al contrario, es fuente de energía e irradiación, pues como te dije al principio, para derramarse, es necesario cargarse.

Te invito a terminar con esta oración de súplica al Espíritu de Dios, para que Él guie tus pasos por los caminos de tu vida. Pertenece a John Henry Newman, un obispo anglicano que se convirtió al catolicismo:

Guíame clara luz, a través de las tinieblas que me rodean, llévame cada vez más adelante. La noche está oscura y estoy lejos de casa, condúceme Tú cada vez más adelante.

Guía mis pasos: no te pido que me hagas ver desde ahora, lo que me reservas para más adelante. Un solo paso es bastante para mí, por el momento. No siempre he sido así; ni tampoco he rezado siempre para que Tú me condujeras. Me gustaba elegir mi propio camino; pero ahora te pido que me guíes Tú siempre más adelante. Ansiaba los días de gloria y el orgullo dirigía mis pasos; ¡oh! No te acuerdes de esos años ya pasados.

Tu poder me ha bendecido largamente; y sin duda ahora también sabrá conducirme por la estepa y los pantanos, por el pedregal y los abruptos torrentes hasta que la noche haya pasado y sonría el amanecer.             

Por la mañana, aquellos rostros de ángeles que había amado por largo tiempo y que durante una época perdí de vista, volverán a sonreírme.

Guíame, clara luz, llévame cada vez más adelante. Amén

Oración E-44 “Condúceme”

 

Termina con este canto de ofrenda a Dios, poniéndote en sus manos y siendo dócil, como barro en manos del Gran Alfarero.

Que Dios te bendiga y te guarde querido amigo.

Canto C-57 “Yo quiero ser”