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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

EN TUS MANOS PADRE

Hemos llegado al gran momento en el que el Pobre  tocará el fondo de la nada. Pronto el silencio y la soledad alcanzarán la profundidad máxima, y por eso mismo la disponibilidad del pobre para con el Padre y los hermanos será suprema, transformándose él mismo en la Cruz en el gran servidor, el siervo de Dios por antonomasia.

Para no estallar de dolor, el Pobre de Nazaret se agarró firmemente a las manos del Padre  y desde lo hondo de su alma, brotó una oración de ofrenda y alabanza ¡difícil imaginar mejor anestesia!

¡Desde las profundidades del alma asciende mi clamor hacia ti, Padre  de ternura! He bajado hasta las aguas profundas, y estoy ahogándome. Levanto los ojos  y no veo nada. Estoy hundido en lo hondo del barro, solo las sombras rodean mis fronteras. Cómo salir de aquí?

¡Dame la mano , Padre mío! .Aunque desfallezco de dolor, no quiero que el dolor ocupe el centro de mi alma. No quiero ser, Padre mío ,un  espectador compasivo de mis propias heridas y fracasos. No quiero gritar, planeando como ave de presa en círculos concéntricos en torno a mis desdichas, como si mi existencia fuese el centro del mundo, como si no existiera más valores e intereses que los míos.

No quiero que este horrible dolor me repliegue sobre mí mismo sino  que me haga salir, como en una Aurora Pascual y en una apertura solidaria, hacia los hermanos que me has dado. Quiero, Padre amado,  que  esta tarde, precisamente cuando el dolor y la muerte me derrotan aparentemente,  establecer un reinado de liberación sobre el dolor y la muerte misma.

¡Oh  Padre  de ternura! en esta tarde tomo en mis manos este cáliz amargo y lo deposito amorosamente en tus manos, como prenda de amor y precio de rescate. Asumo el dolor de la humanidad entera en mi propio dolor. Asumo el asesinato de millares de seres inocentes en mi propio asesinato. Quiero cargar con las infinitas injusticias y atropellos de la humanidad, en mi propio ajusticiamiento mi agonía agonizarán los moribundos de todos los siglos.

Quiero que en esta tarde, Padre amoroso, el  inmenso cúmulo del sufrimiento humano, una vez transformado en amor en mi dolor, tenga sentido de redención y valor de expiación y así el dolor sea santificado para siempre.

En suma,  quiero que en esta tarde el dolor y el amor se abracen como el crepúsculo y la aurora, y sea la redención un árbol de fronteras abiertas que, con su sombra  cubra a la humanidad entera; quiero empujar a la humanidad hacia un hogar desconocido, librar a los cansados pies de las pesadas cadenas y echar a rodar un amor que no posee ni es poseído.

Me expulsan de la vida, Padre mío, Porque no quise entrar en el círculo de sus esquemas y sistemas,  porque tu Padre  mío, me enviaste para establecer otros mundos, en otras órbitas. Tenía que acabar de esta manera, como consecuencia de mi fidelidad a tu plan de salvación y así mi muerte será consecuente con mi vida. En tu nombre he escandalizado, en tu nombre he sido rebelde y desobediente contra los que me  censuraban, y en tu nombre me condenaban como blasfemo. Por ser fiel a ti entré en conflicto con las autoridades, y aquí estoy para cumplir tu voluntad . Por obedecerte, Padre  mío  me levantaron altas olas que me han empujado al vértice de esta Cruz.

El Reino que no he conseguido instaurar lo dejo en tus manos; sé que eres capaz de erigirlo sobre los escombros de mi vida aunque no vea las cartas confío en ti: mi dolor y mi muerte será mayor servicio en favor de mis hermanos y mi mejor homenaje de amor a ti.

Tomado del libro “El Pobre de Nazaret”  capítulo Consumación. Subtítulo “ en las aguas profundas”