BIENVENIDO GUÍAS REGISTRADOS ADMIN

Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga


Warning: array_merge(): Argument #2 is not an array in /home/admin/public_html/wp-content/themes/holycross/includes/helpers.php on line 536
EXPERIMENTA EL AMOR DE DIOS

Gestación espiritual

 

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer, será santo y se llamará Hijo de Dios” (Lucas 1,35)

Querido amigo, estas palabras que recibió María en la Anunciación del Ángel Gabriel, son enteramente aplicables a ti. ¿Te sorprende? ¿Pues qué es sino la vida, sino un camino de gestación transformante, para llegar a ser un verdadero hijo de Dios, según el modelo Jesús, nacido de la Virgen María de Nazaret?

Por eso, en este momento, te invito a abrirte a la acción del Espíritu Santo que obra en ti este prodigio.

Es verdad que Dios es quien elige y designa, pero la gracia divina, necesita también de la colaboración humana, de la naturaleza.

Así pues, toma conciencia de este alto destino otorgado por Dios a sus hijos, y con mucha humildad y aunque te sientas indigno de tanta grandeza, te animo a abrirte a esta gracia que viene de Dios, invocando su Santo Espíritu:

Padre Eterno, fuente de vida y de todo lo creado, envíanos tu Espíritu de Amor, para que en mí se opere una nueva encarnación del Verbo. Que yo sea para Él, una nueva humanidad en la que Él renueve su Misterio.

Ahora, adopta una posición orante de acogida; es decir, relajado, sereno… con el corazón y el alma abiertos, expectante… y con total confianza, disponte a acoger a Aquel que siempre está viniendo y actuando. Sin imaginar ni manipular nada. Simplemente acepta y acoge tal como Él se manifieste: ya sea en una dulce y serena quietud, o en la aridez y el desarrimo que puedas sentir, o en el silencio y la pobreza del alma… Con tan solo tu fe que cree sin tener evidencias ni pruebas…

Abre de par en par tu ser entero para acoger al Verbo que viene y se manifiesta de diversas maneras, diciendo:

  • Oh Verbo, oh Palabra de mi Dios, quisiera pasar mi vida escuchándote, quiero ser enteramente dócil, para aprender todo de Ti. Y después, a través de todos los vacíos, de todas las noches, de todas las impotencias, quiero tener siempre los ojos fijos en Ti, y quedar bajo tu gran luz. Oh mi astro querido, fascíname, a fin de que yo no pueda salir del círculo de tus rayos.
  • Padre querido, inclínate sobre esta pobre criatura, cúbrela con tu presencia; contempla en ella tan solo a tu Bien amado Hijo, en quien pusiste todas tus complacencias.
  • Mi Dios, mi Todo, mi Beatitud, Soledad infinita, Inmensidad en la que me pierdo; me entrego a Ti por entero; sepúltate en mí para que yo me sepulte en Ti, en la esperanza de llegar a contemplar en tu luz, el abismo de tu grandeza.
  • Oh Cristo amado y crucificado por amor, cuánto desearía imitarte y cubrirte de gloria; cómo desearía amarte hasta morir. Pero siento mi impotencia; por eso te ruego: revísteme de Ti mismo, identifica mi alma con todos los movimientos de tu corazón. Sumérgete en mí. Compenétrame y envuélveme. Toma mi lugar, a fin de que mi vida sea una irradiación de la tuya. Instálate en mí como Adorador, como Reparador, como Salvador.
  • Oh Señor, que aceptando y superando mi vida, con mi cruz, juntamente contigo, seas Tú quien viva a través de mí.
  • Para que los que me ven, te vean y, en mí, vean a un verdadero hijo de Dios.

 

Querido amigo, este proceso evolutivo de ir poco a poco pasando de una figura humana frágil e imperfecta a ser transfigurada en un verdadero hijo de Dios, dura toda la vida. Es la auténtica razón de nuestro existir. Ahora te invito a terminar con esta oración:

Señor, una vez más estamos juntos.

Juntos estamos Tú y yo. Tú y mis hermanos.

Tu vida ha penetrado en mi vida.

Mi historia es tan banal, tan vacía, tan mediocre.

Y ni siquiera tengo historia.

A veces, hasta me pregunto si mi vida tiene sentido.

¡Tanto vacío, tanta complicación, tanta infidelidad!

Pero cuando estoy contigo es como si el entusiasmo, el ánimo, renacieran, revivieran.

Y hoy he visto con mis hermanos, Pedro, Santiago y Juan, tu semblante transfigurado, iluminado resplandeciente.

Tú Señor Jesús, Tú eres el Dios de toda luz.

Tú eres el Dios de toda claridad y belleza.

Es bueno estar a tu lado, es bueno convivir contigo.

Pero mejor aún Señor, mejor aún es tener la certeza de que estás conmigo en la vida, por tu gracia, por tu amor. Es bueno estar seguro de que también mi rostro ha de ser un rostro transfigurado, iluminado, resplandeciente, en la medida en que Tú me vas transformando.

Libremente, alegremente, jubilosamente te suplico, que yo me vaya identificando cada vez más contigo, hasta el punto de poder decir con los apóstoles: “¡Qué bien estamos aquí, Señor!”

(Oración E-46 “Transfiguración”)

 

Canto Cefepal “Tómame”