BIENVENIDO GUÍAS REGISTRADOS ADMIN

Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga


Warning: array_merge(): Argument #2 is not an array in /home/admin/public_html/wp-content/themes/holycross/includes/helpers.php on line 536
EXPERIMENTA EL AMOR DE DIOS

 La cena que recrea y enamora

 

Querido amigo, si has seguido y vivido el proceso de interiorización del “Meditar y vivir”, que hay más arriba, y ya has entrado en ti, en esa última soledad del ser. Si ya cerraste las puertas ambientales y los clamores mentales… posiblemente ya estás en presencia de ti mismo, en silencio y paz.

Ahora escucha la siguiente invitación:

“Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3,20)

Es el mismo Señor quien te invita, en este momento, a abrirle la puerta de tu corazón para una cena íntima, a solas: Tú con Él y Él contigo.

Para mejor predisponerte, vive el contenido de las siguientes palabras, muy despacio, haciendo pausas y sintiendo con toda tu alma, lo que, en ellas, vas diciendo:

Oh mi Dios, Trinidad que adoro. Ayúdame a desentenderme por entero de mí mismo, para instalarme en Ti, inmóvil y pacífico, como si mi alma residiera ya en la eternidad. Que nada pueda perturbar mi paz ni desligarme de Ti, oh mi inmutable, y que, a cada minuto, me abisme más profundamente en tu Misterio.

Pacifica mi alma Haz de ella tu morada anhelada y lugar permanente de tu descanso. Que yo jamás te abandone, sino que quede enteramente inmerso en Ti, todo atento en mi fe, en actitud de adoración, y entregado por completo a tu acción creadora. (Sor Trinidad de la Cruz)

Con tan solo esta introducción ya podrías quedarte en el silencio y en la presencio.

Mantén tu mente sujeta y silenciada, aunque te vengan ganas de huir. Acepta humildemente tu dificultad, tu pequeñez… Ofrécela a Dios…

Solo adora y confía…. Adorar…. Adorar… con todo tu ser…

Escucha dentro de tu corazón…. Mantente atento, en tu fe, en actitud de adoración….

Permanece ahí… receptivo… sin decir nada… sin pensar nada…. Silencio…. Presencia…. Quédate ahí largo rato….

Si te distraes vuelve a retomar, sin violentarte, sin descorazonarte, alguna frase corta que centre tu corazón en la presencia… en la cena que recrea y enamora…

De vez en cuando balbucea lo que sientes…

Eres conmigo… Tú eres el Amor…. Estás conmigo…

Todo mi ser entero rendido a tu presencia… A Tu voluntad….

En este momento sólo Tu y yo, unidos por tu Amor y mi deseo de permanecer en Ti…

Silencio…. Presencia….

 “Quédeme y olvídeme. El rostro recliné sobre el Amado.

Cesó todo y déjeme; dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado”      

(Canto Espiritual. San Juan de la Cruz)

 

Terminar con el Canto “Nada te Turbe” S-7

Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta.

Nada te turbe, nada te espante, sólo Dios basta.

 

Presencia de sí mismo

Querido amigo, para tener una experiencia de encuentro con Dios, hay que viajar hacia adentro de uno mismo, porque sólo el hombre interior puede entrar en comunicación con el Señor. Los que viven permanentemente en la periferia del alma, difícilmente llegarán a posesionarse del misterio viviente de Dios.

Por eso, te propongo que hagas un profundo recogimiento. Trata de silenciar tu cuerpo y tu mente… Suelta todos los pensamientos que tratan de apoderarse de tu atención… Verás que la mayoría tienen una importancia relativa… En estos momentos tu principal interés es fijar tu atención dentro de ti mismo, para reconocer que dentro de ti hay una fuerza que viene del Espíritu Santo.

Vale la pena que le dediques unos instantes de tu atención, porque es Dios mismo actuando dentro de ti. Él sostiene tu vida… Es la razón de tu existir…

Trata de reconocer su presencia suave y amorosa en ese silencio interior. Con toda certeza te puedo decir que Él te ama, ya que Él es Amor y sólo puede comunicar Amor y todo bien. Que tu vida tiene un propósito… Que eres único ante Él… Te lo dice Él mismo, a través del Profeta: “Yo te amé con un amor eterno” (Jer.32,3) “Aunque tu propia madre se olvidara de ti, yo nunca te olvidaré” (Is.49,15)

En estos momentos, siente que su presencia infinita y tierna es realmente lo más importante…. Lo demás es relativo…

Quédate así el tiempo que necesites… dejando que todo repose en su presencia amorosa…

Espíritu Divino, creo firmemente que vives en mí. En este momento, me abro a tu presencia. Quiero reconocer que estas dentro de mí, sosteniéndome con tu amor infinito. Junto a Ti ya no hay soledad; por eso quiero vivir siempre siendo muy consciente de que vives en mí, que guías mi vida con ternura y fortaleza.

En estos momentos sólo quiero estar contigo y entregarme a tu presencia; y que todo mi ser descanse en Tí.

Este Espíritu Divino que habita en ti, es quien te habla en este momento, y se manifiesta dentro de tu corazón. Escucha lo que te dice a través del Salmo:

Tú que moras en el secreto del Altísimo, sintiéndote amparado por el Omnipotente, di al Señor: “Refugio mío, fortaleza mía. Dios mío confío en Ti.

Porque Él te librará de la red del cazador y de la peste funesta, con sus plumas te cubrirá; con sus alas te dará refugio.

No temerás el terror de la noche. No ha de alcanzarte ningún mal. Pues Él dará orden sobre ti, a sus ángeles, para que te guarden en todos tus caminos.

Quédate saboreando estos versículos unos momentos y hazlos tuyos…

Ahora escucha lo que te responde Dios mismo, a través del Salmo:

Puesto que él se abraza a mí, yo he de librarle. Le exaltaré porque conoce mi nombre.

Él me llamará y le responderé. Estaré a su lado en la desgracia. Le libraré y glorificaré y haré que vea mi salvación.

(Salmo 91)

Responde al Señor, con la siguiente oración:

Señor, una vez más, estamos viviendo una profunda intimidad.

Siento mi vida maravillosamente invadida por tu vida.

Estoy viviendo, en estos momentos, la aventura de tu vida en mi vida. 

Tu fuerza en mi debilidad, Tu vigor en mi impotencia. Tu luz ha penetrado los caminos de mi ser. Tú eres la luz para mi caminar. Sé que sólo en tu luz, Señor, podré construir bellamente mi vida.

Sé que Tú vives en la luz y que me has comunicado un poco de esa luz. Pero lamentablemente en el mundo aún existen muchas tinieblas.

Señor, los hombres parecen sentirse satisfechos caminando en las tinieblas. Parecen sentirse a gusto caminando a ciegas, con una venda en los ojos. No quieren ver. Y este también es mi pecado: muchas veces tampoco quiero ver.

Tengo miedo de que, examinando mi vida, me vea obligado a cambiar.

Yo te suplico, Señor: Abre mis ojos. En este momento de sinceridad, estoy seguro, Señor, estoy seguro de que quiero ver. Deja que tu luz penetre ahora en mis tinieblas. Luz. Claridad. Resplandor. Luz que ciega. Transparente claridad. Destello iluminador. Yo quiero ver, Señor, quiero ver. Amén.

Oración E-3 “Claridad” (en primera persona)

Termina con este canto íntimo: “Abre mis ojos” (S-18); queriendo ver al que es imagen de Dios Invisible:

“Abre mis ojos, quiero ver a Cristo. Poderle tocar, decirle te amo.

Abre mi oído, ayúdame a oírle.

Abre mis ojos, quiero ver a Cristo”.