En este tiempo santo de Navidad, y en nombre de la Coordinación Internacional de Talleres de Oración y Vida, queremos hacerles llegar nuestro saludo fraterno.
¡Otra Navidad!
Yo busco otra Navidad
Yo quiero, para mi gente, otra clase de Navidad; aquella que nunca muere, aquella que, al pasar, no deja vacío sino vida y calor. Mejor aún, quiero para nuestros Guías una Navidad inmortal cuyos ecos nunca se apaguen y cuyas luces nunca se extingan. Una eterna Navidad.
¿Qué quiero decir con esto?
Quiero decir: el sentido de la vida, la razón de ser de un Guía es “ser” Navidad. Todo lo que vive, todo lo que hace un Guía es esencialmente Navidad. Nacimiento ¿De quién? De Jesús naturalmente. Siempre que nace Jesús es Navidad.
Cuando un Guía, en la Sagrada Media Hora diaria, se hunde en la intimidad de Jesús, entra en la comunicación más entrañable con El, se siente inundado de su presencia, iluminado por la luz de su Rostro en el rincón desconocido y oscuro de su inconsciente…. Y sale de su habitación poblada por dentro de la presencia resucitada de Jesús, diciendo “ahora comienzo a ser como Jesús”, en ese momento Jesús ha nacido otra vez, es Navidad.
Están de enhorabuena el cielo,
el mar la tierra y el aire.
El cielo vibra el gozo
y la fiesta crepita bajo la nieve.
La Madre está abandonada con dulzura inefable
en un lecho de paja y hierba seca.
Perdida en un mirar puro y sereno.
Los bueyes y los burritos de la tierra entera
entonan un festival de danza y canto
que perdurará hasta el amanecer.
En cualquier rincón de la tierra
donde respira un Guía
allá va la estrella azul surcando los espacios
llevándoles un cofre de incienso
y una onza de oro
y una alforja cargada de Amor y Paz
¡Feliz Navidad!
Tomado de las Cartas circulares No.14 y No.20 de padre Ignacio Larrañaga.
«Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará» (Salmo 34,5)








