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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

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Sólo los amados aman

  • noviembre 11, 2017
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Los amados no pueden dejar de amar. Sólo los libres liberan, y los libres liberan siempre. Los sembradores de conflictos, en la familia o en el trabajo, siendo perpetuamente espina y fuego para los demás, lo son porque están en eterno conflicto consigo mismos. No aceptan a nadie porque no se aceptan a sí mismos. Siembran divisiones y odio a su alrededor porque se odian a sí mismos.

Es tiempo perdido y pura utopía el preocuparse por hacer felices a los demás si nosotros mismos no lo somos; si nuestra trastienda está llena de escombros, llamas y agonía. Hay que comenzar, pues, por uno mismo.

Sólo haremos felices a los demás en la medida en que nosotros lo seamos. Y ser feliz quiere decir, concretamente, sufrir menos. En la medida en que se secan las fuentes de sufrimiento, el corazón comienza a llenarse de gozo y libertad.

Después de todo, no queda otra disyuntiva sino ésta: agonizar o vivir. El sufrimiento hace agonizar al hombre. Eliminando el sufrimiento, el ser humano, automáticamente, recomienza a vivir, a gozar de aquella dicha que llamamos vida. En la medida en que el hombre consigue arrancar las raices de las penas y dolores, sube el tremómetro de la embriaguez y del gozo vital. Vivir, sin más, ya es ser feliz.

La fuerza de ese gozo vital lanza a la persona hacia sus semejantes con esplendores de primavera y compromisos concretos.

Vamos tras esa antorcha, en el camino salvaremos los escollos y caerán las escamas. Y desde las noche, irá emergiendo palmo a palmo una figura hecha de claridad y alegría: el hombre nuevo reconciliado con el sufrimiento, hermanado con el dolor, peregrino hacia la libertad y el amor.

Extraído del libro “Del sufrimiento a la paz”,   P.Ignacio Larrañaga